11 noviembre 2008

El gato de Schrödinger

Con un retraso increíble por fin he podido desfrutar del final de Los Soprano. Quedaría por ver si me he retrasado por causas ajenas a mi voluntad o si el final de la serie ha hecho que mi subconsciente haya evitado que adelantara lo inevitable, pero lo hecho hecho está así que al turrón.


Desde aquí spoilers garantizados.

A pesar de todo el tiempo que ha pasado he conseguido llegar indemne al final y eso que ya sabemos que internet es un campo de minas en el que puedes enterarte del final de Lost mientras buscas una fórmula para quitar las manchas de las picotas, solo sabía que había (y hay) mucha polémica a su alrededor. Por lo visto ha habido mucha indignación pero yo estoy encantado con ese fundido a negro porque creo que acababa de la única manera posible. Chase tenía claro que iba a ser imposible satisfacer a todo el mundo, cada uno teníamos un final pensado, así que la mejor solución era tener todos los finales.

Durante los últimos capítulos nos han ido mostrando todos los destinos posibles para Tony Soprano, el abandono en un asilo de Junior (si vive tantos años), la muerte en la cárcel de Johnny Sack, tiroteado sin piedad como Bobby Bacala, sin siquiera verlo venir como Phill Leotardo, en coma irreversible como Silvio o tal vez siga más o menos feliz con su familia. Cada cual puede elegir el final que quiera tras ese fundido en negro.


Lo que no se puede negar es que es impactante. La escena final es una de las más tensas de la serie con un crescendo casi insoportable y un final que te deja con la boca abierta sentado en el sofá. ¿Qué opino? Que Tony sigue vivo. Esa escena nos pone por unos minutos en la piel de un Tony (cuya paranoia ha ido aumentando ha medida que se acercaba el final) cuya vida consiste en mirar de reojo constantemente sin poder estar tranquilo ni un minuto. ¿Qué es lo que se merecería Tony Soprano? Para saberlo habría que abrir la caja o este caso ver el siguiente plano.

Tras todos estos años la serie ha acabado narrando unas historias que giran alrededor de la imposibiladad de escapar a la mafia. Nadie consigue escapar a su contaminación, los que intentan dejar la familia acaban muertos y los que tienen planes fuera acaban volviendo al redil. Anthony acaba trabajando para un socio de su padre y Meadow abandona la medicina para luchar como abogada para que la justicia no pisotee a los italo-americanos (sic), además se compromete con otro miembro de la familia. Sus primeros pasos para emular a su madre en el noble arte de ignorar que estás conviviendo con monstruos.

Y acabamos llegando a que al final da lo mismo lo que opinemos sobre el final porque sea cual sea el destino de Tony la vida sigue igual.