Con las series uno acaba estableciendo unas relaciones de amistad. A cambio de los buenos ratos les perdonas algún mal momento de vez en cuando, como a los amigos. Pero hay veces que dan ganas de mandarlo todo a tomar por culo y cambiar de amistades. Prison Break no es que se esté deslizando cuesta abajo es que va en barrena.
Hasta hace poco tiempo no se había confirmado si habría o no tercera temporada. Parecía que las tramas se cerrarían y veríamos a los protagonistas cabalgando hacia la puesta de sol. Pero de repente, tras el adrenalítico capítulo 19 Sweet Caroline, han perdido el norte. Para mí esta segunda temporada había mantenido el nivel y había superado el reto de dejar atrás la claustrofobia de la primera temporada. Los nuevo malos daban la talla y semana tras semana seguía con el corazón en un puño.

Sin embargo, en el capítulo 20 Panama empezaron a aparecer cosas demasiado mosqueantes como para pasarlas por alto. Michael tiene un barquito (leré) que se llama como su madre y ¡¡se lo tatúa!! Vale que se te puedan olvidar tres millones de cosas pero el nombre de tu madre no creo que sea una de ellas. Es un truco de tahúr malo para volver a juntar a la pandilla en Panamá para alargar el cotarro.
Para seguir con el horror, en el penúltimo capítulo de la temporada se montan una trampa digna de Scooby Doo para coger a Michael y los suyos mientras Linc se deja agarrar a lo tonto por Mahone y dejar todo en el aire para no se sabe qué. Mucho tienen que hacer en el final de temporada para que les otorgue el beneficio de la duda, pero mi coña con que Michael se cambia de sexo para entrar en la cárcel y salvar a Sara es cada vez menos descabellada.
Hay más cosas que no entiendo pero las comentaré tras ver el final de temporada de la semana que viene. De momento la sucesora de 24 ha caído en los mismo problemas.
Hasta hace poco tiempo no se había confirmado si habría o no tercera temporada. Parecía que las tramas se cerrarían y veríamos a los protagonistas cabalgando hacia la puesta de sol. Pero de repente, tras el adrenalítico capítulo 19 Sweet Caroline, han perdido el norte. Para mí esta segunda temporada había mantenido el nivel y había superado el reto de dejar atrás la claustrofobia de la primera temporada. Los nuevo malos daban la talla y semana tras semana seguía con el corazón en un puño.

Sin embargo, en el capítulo 20 Panama empezaron a aparecer cosas demasiado mosqueantes como para pasarlas por alto. Michael tiene un barquito (leré) que se llama como su madre y ¡¡se lo tatúa!! Vale que se te puedan olvidar tres millones de cosas pero el nombre de tu madre no creo que sea una de ellas. Es un truco de tahúr malo para volver a juntar a la pandilla en Panamá para alargar el cotarro.
Para seguir con el horror, en el penúltimo capítulo de la temporada se montan una trampa digna de Scooby Doo para coger a Michael y los suyos mientras Linc se deja agarrar a lo tonto por Mahone y dejar todo en el aire para no se sabe qué. Mucho tienen que hacer en el final de temporada para que les otorgue el beneficio de la duda, pero mi coña con que Michael se cambia de sexo para entrar en la cárcel y salvar a Sara es cada vez menos descabellada.
Hay más cosas que no entiendo pero las comentaré tras ver el final de temporada de la semana que viene. De momento la sucesora de 24 ha caído en los mismo problemas.